El cambio de año ha dejado un par de fenómenos en el clima inversor de especial relevancia. El primero, visible desde el primer lunes lectivo de 2024, es el sorpasso oficial de la National Stock Exchange (NSE) de Mumbai a la Bolsa de Hong-Kong, lo que convierte a India en el cuarto centro financiero global, detrás de los mercados de capital de EEUU, de China y de Japón. El segundo revela que los flujos de inversión hacia el quinto PIB del planeta -estatus que conquistó a finales de 2022 en detrimento de Reino Unido- tienen visos de adquirir protagonismo estratégico y perpetuarse en el tiempo. Al menos, durante un largo decenio.
La escalada de la NSE ha sido histórica y con peculiaridades sorprendentes, como el paralelismo entre el valor del PIB indio y su principal parqué bursátil. En las pasadas dos décadas, el tamaño de la economía y la capitalización del NSE han pasado de los 500.000 millones de dólares a los 3,5 billones. Un ritmo que no parece que vaya a desaparecer este año, dado que los analistas apuntan…