Washington difícilmente hubiera promovido el golpe de Pinochet si no hubiese encadenado múltiples éxitos seguidos no solo en Guatemala (mil novecientos cincuenta y cuatro), sino más bien asimismo en Brasil (mil novecientos sesenta y cuatro) o Bolivia (mil novecientos setenta y uno). En todos y cada uno de los casos, emergieron regímenes militares anticomunistas próximos a Estados Unidos, y muchos de sus responsables habían recibido formación en contrainsurgencia, sobre todo desde principios de los sesenta, en un centro estadounidense en Panamá. Este centro, operativo desde mil novecientos cuarenta y seis, se rebautizó más adelante como la Escuela de las Américas.
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