Sin ellos, las lavadoras no centrifugarían, los coches no arrancarían, los drones no volarían, y los móviles, ordenadores y videoconsolas, como otras muchas máquinas, ni tan siquiera se encenderían. Los chips están por todos lados, mas la mayoría de sus empresas, a diferencia de tecnológicas célebres como Facebook, Amazon, Apple o Google, son ignotas para el enorme público. Las entrañas de los dispositivos son un universo microscópico y variable donde la competición se libra en nanómetros de menor tamaño que un virus, y más pequeño significa más avanzado.
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