Si algo acostumbra a regalar la Navidad en muchos hogares, es tiempo alrededor de una mesa llena de copiosas comidas. Da igual si son pescados, carnes, mariscos, turrones o polvorones. Todos ellos en abundancia y con altas cargas de un condimento que los médicos miran de reojo con el ceño fruncido: la sal. El consumo excesivo de esta substancia eleva el riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares, como la hipertensión, perturbaciones renales y otros fenómenos dañinos para la salud. Un estudio reciente en ratones sugiere que una dieta alta en sal se asocia también con niveles más elevados de la hormona del agobio, que, en demasía, es perjudicial también para el organismo. La Organización Mundial de la Salud ha emprendido una batalla para reducir el consumo de sal y recomienda no más de 5 gramos por adulto al día. La mayoría de la población consume el doble.
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