La presión migratoria en Italia, que se enfrenta a un récord de llegadas y de naufragios, empieza a poner contra las cuerdas al Gobierno de Giorgia Meloni. Con más de tres mil personas desembarcadas en veinticuatro horas en los puertos de Lampedusa, la isla más cercana a las costas africanas, y Porto Empedocle, en el sur de Sicilia, que espera este sábado a centenares más, han quedado patentes los fallos de los sistemas de rescate y de acogida de Italia para hacer frente a la situación. La jefa del Gobierno incluso ha pedido ayuda a las ONG que operan en el Mediterráneo para atender varias urgencias, en contradicción con su propia normativa para los rescates.
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