La manifestación del pasado 13 de noviembre en la villa de Madrid en defensa de una sanidad pública, universal y de calidad fue el pistoletazo de salida de una ola de protestas que se han ido extendiendo por todo el territorio de España. Para este mes de enero, ya se han confirmado huelgas de sanitarios, paros y quejas en múltiples comunidades autónomas. Además de esto, en estos momentos, la sanidad ocupa el cuarto puesto entre los primordiales inconvenientes de España en la lista que registra el CIS todos los meses, tras el paro, la economía y la política. Se podría pensar que la mayor preocupación por la sanidad es una de las consecuencias no deseadas de la pandemia, que tensó hasta el límite la capacidad del sistema y dejó exhausto al personal sanitario. Es cierto que con la covid-diecinueve la preocupación por la sanidad se acentúa, pero el problema viene de más lejos: el descontento, de hecho, se instaló en la opinión pública a finales de dos mil once, a raíz de las movilizaciones en defensa de la sanidad pública impulsadas por el movimiento quince-M y la Marea Blanca siguiente. Antes, otros problemas inquietaban más a los ciudadanos, como la educación, la inmigración, la inseguridad ciudadana, el terrorismo o la corrupción, además del paro, la política y la economía.
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