Por primera vez en siete meses, la tasa de inflación mensual en Argentina ha caído a un solo dígito, un hecho relevante y esperanzador para un país que lleva años sufriendo una inflación que distorsiona las decisiones de los agentes, que se come el poder adquisitivo de las familias y que destruye el sector exterior del país. La situación sigue siendo extremadamente grave, puesto que los precios siguen creciendo a un ritmo elevado y las medidas para rebajarlos son especialmente gravosas para la economía (destrozar la demanda interna a base de drásticos recortes), pero los resultados están llegando algo más rápido de lo que se esperaba.
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