El último rey de los griegos, Constantino II, ha fallecido en Atenas este martes a los 82 años. Tras una vida marcada por la pérdida del trono y el exilio, para los griegos ya no era monarca, sino más bien un ciudadano danés apellidado Glücksburg. Su título fue abolido en 1973 y perdió la nacionalidad griega en 1994 tras negarse a tener un pasaporte con dicho patronímico, argumentando que su nombre era “Constantino de Grecia”. La república griega —entonces regida por el socialista Andreas Papandreu— contestó que ese no era un apellido válido porque la Constitución prohíbe los títulos nobiliarios.
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