La decisión del 20 de diciembre del Gobierno de los talibanes de prohibir a las afganas estudiar en la universidad y la orden dada, cuatro días después, a las ONG para que dejen de emplear a mujeres constituye una sentencia de muerte lenta para el país asiático, cuyo régimen se ha quitado definitivamente la falaz careta de moderación que trató de presentar ante el mundo tras recuperar el poder el 15 de agosto de 2021. En los 20 años que duró la tutela internacional de Afganistán, entre 2001 y 2021, los avances en la educación de las mujeres y en su incorporación al mercado de trabajo fueron decisivos para la mejora de algunas de las lacras que lastraban el desarrollo de un país en el que el 80% de la población vive aún bajo el umbral de pobreza absoluta de la ONU.
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