Antes de nada, es de justicia resaltar que se trata de la mejor final del Mundial que ha vivido un menda, probablemente desde la que conquistamos nosotros en el Soccer City de Johannesburgo hace doce años. Y tal vez, y yendo considerablemente más atrás en el tiempo, a 1986 en concreto, desde aquél 3-dos que la Argentina del pelotero número uno que han visto mis ojos, Diego Maradona, le endosó a la Alemania de Rummenigge.
Lo primero que hay que destacar es que la albiceleste se proclamó campeona con justicia: se llevó de calle los dos primeros tercios…