La vicepresidenta económica del Gobierno español, Nadia Calviño, lleva casi dos décadas de idas y vueltas entre Madrid y Bruselas. Un largo periplo personal durante el que la futura presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) ha mutado su piel tecnócrata por un caparazón político y en el que ha visto en primera fila el hundimiento de su país en las simas de la gran recesión y su remontada hasta convertirse en el país grande de la UE con mayores tasas de crecimiento económico. Calviño emprende de nuevo el vuelo hacia una capital comunitaria (esta vez, Luxemburgo, sede del BEI), lo que permite a España obtener por primera vez la presidencia de un brazo bancario de la UE que, solo en 2022, financió proyectos por valor de casi 76.000 millones de euros.
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