Hay una actividad digital para la que no hay hombres grandes ni pequeños, como solía decir mi padre respecto a cierta patada de precisión que se ideó, según parece, para igualar oportunidades en las riñas del colegio. Esa actividad, que no es digital en origen puesto que se ideó en los bancos de la iglesia y del parque hace generaciones, es el juicio ética.
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