Nantes, la capital del Loira, puede transformarse en una sorprendente escapada de fin de semana. Y si es verano, mejor aún, por el hecho de que la ciudad se convierte en un auténtico museo a cielo abierto. Desde finales de la década de los ochenta, cuando se cerraron sus astilleros y vio desaparecer su motor industrial, Nantes decidió reinventarse por medio de la cultura. Desde ese momento, la urbe ha sacado punta a la inventiva de artistas, arquitectos, paisajistas y otros poetas urbanos a fin de que sus calles, sus plazas, sus jardines y hasta su río sean únicos en el planeta.
En Nantes podrías empezar por lanzarte a la calle y dejarte empapar por todo lo que te circunda, ya sea en el centro histórico, en el moderno barrio de la creación, el coqueto Trentemoult y su antiguo distrito de pescadores o en la recuperada isla de Nantes, donde tras el cierre de los astilleros en 1987 se fortaleció la cara alternativa de la ciudad. Mas si buscas un punto de inicio específico ese puede ser el Château des ducs de Bretagne (Castillo de los duques de Bretaña), que aparte de ser de lo poco medieval que queda en Nantes al lado de la fachada de la catedral, desde dos mil siete cobija en su interior el museo de la historia de la urbe. Un lugar bien interesante para ponernos en situación.
Cuando afirmamos que el verano puede ser el mejor instante para visitar Nantes, nos referimos a esto. Por lo menos para los amantes al arte, puesto que a lo largo de los meses de julio y agosto se festeja Le Voyage à Nantes y las obras artísticas toman la calle. Mas deja de preocuparte si vas en otro…
