El paso devastador de la dana por Valencia ha abierto de par en par el debate sobre la urgencia de invertir en infraestructura gris, a base de hormigón en presas, diques y canales, y generar infraestructura verde, basada en la naturaleza, como son los lagos, drenajes naturales y humedales. La eficacia del conocido como nuevo cauce del río Turia, en Valencia, absorbiendo la tromba de agua que azotó la semana pasada a múltiples localidades de la periferia, ha puesto de manifiesto la importancia de las infraestructuras como escudo ante el azote del clima. Esa obra del Plan Sur valenciano, que sacó al río del centro de la ciudad y lo desvió hacia el sur a través de un canal de 13 kilómetros, cumple 55 años y es vital como desagüe de 250 metros de ancho. Durante su construcción no se hablaba de cambio climático, pero entonces también se actuó sobre las líneas de ferrocarril y carreteras, y se mejoró el alcantarillado para restar virulencia a las habituales riadas. Décadas después, el clima ha de marcar el modo en que se desarrollan y conservan las infraestructuras.
Seguir leyendo
¿Qué hacen las constructoras españolas por el mundo?
Las mayores firmas españolas de infraestructuras se han colocado a la vanguardia en mitigación del impacto de eventos climáticos extremos. Si Ferrovial ha sido capaz de monitorizar la afectación a sus carreteras y aeropuertos en todo el mundo, ACS, Sacyr o Acciona cuentan con proyectos que son referencia mundial.
Turner, filial estadounidense de ACS, ha ejecutado muros y compuertas contra inundaciones, paisajismo resistente o sistemas eléctricos elevados. En el Jackson Health Rehabilitation Center de Miami usó una mezcla de esas soluciones para reducir el daño por huracanes. Y en el Battery Park City de Nueva York trabaja en un proyecto contra el aumento del nivel del mar y el riesgo por tormentas.
Otra de las constructoras del grupo, Dragados, tiene en su haber la ejecución de 28 estanques de tormentas para retener y regular el agua de lluvia, más de 1.000 kilómetros de colectores de pluviales e interceptores o 150 kilómetros de encauzamientos de ríos y limpiezas de ramblas para evitar su desbordamiento. Entre todas esas referencias destaca el mayor estanque de tormentas realizado en Europa, construido en el barrio madrileño de Arroyofresno, con un volumen de almacenamiento de 400.000 metros cúbicos. En estos momentos, Dragados tiene el contrato para lograr la resiliencia costera del área residencial de Nueva York, entre el puente de Brooklyn y la calle Montgomery, con una combinación de muros contra inundaciones y barreras desplegables. Allí se temen las conocidas como marejadas ciclónicas.
Sacyr, por su parte, está inmersa en el impresionante proyecto de restauración ambiental del Canal del Dique en Colombia, con actuaciones a lo largo de 115 kilómetros en el río Magdalena. Esta actuación afecta a un entorno de 435.000 hectáreas, en las que habitan 1,5 millones de personas, y pasa por el restablecimiento de los ecosistemas, la adaptación del canal navegable al cambio climático y el control de caudales, a través de esclusas, diques y compuertas. Allí son frecuentes las inundaciones.
Y Acciona, una de las referencias mundiales junto a Aqualia (FCC) en la lucha contra las sequías, también destaca por tratar de evitar graves inundaciones. Entre sus referencias, la más llamativa es la construcción en Estados Unidos de un canal de 48 kilómetros entre las regiones de Fargo (Dakota del Norte) y Moorhead (Minnesota). La amenaza en ese punto del país la representan las credidas del río Rojo.
Este de Acciona fue el primer proyecto de gran infraestructura de adaptación al calentamiento global en EE UU en el marco de una asociación público-privada. La obra está valorada en 2.750 millones de dólares (unos 2.565 millones de euros). Su entrada en funcionamiento está prevista para 2027, junto a una presa que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE UU ejecuta en la cabecera del canal.