En la noche del martes, los catorce hombres que comanda Ramón Pérez Ibáñez estaban aterrizando en el aeropuerto de la ciudad de Estambul con destino, pero sin una hoja de ruta muy definida. Menos de veinticuatro horas después, Pérez Ibáñez narraba al teléfono de qué forma su equipo estaba entre los restos de un edificio totalmente destruido de Adiyaman, a ciento sesenta kilómetros del epicentro del terremoto que sacudió Turquía el primer día de la semana, haciendo una galería horizontal para tratar de sacar a un hombre con vida. “De acá no nos movemos hasta que lo saquemos”, aseguró el responsable del contingente de la Unidad de Rescate de Emergencias y Catástrofes del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia.
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