A poco que en la UE broten diferencias en el terreno económico, estas acostumbran a asomarse por exactamente la misma fisura que ya se vio en la crisis financiera y de deuda soberana: a un lado, el norte; al otro, el sur. Ahora aparecen en un terreno absolutamente diferente, pero con unas implicaciones económicas directísimas: la política energética. Los 27 acumulan ya semanas de bloqueo en el alumbramiento de un tope al coste del gas en el mercado mayorista, un movimiento cuyo mero anuncio dejó una relajación del mercado mas que prosigue enfangado en las siempre aburridas negociaciones multilaterales.
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