Existe un umbral que indica cuánto se debe pagar por una vivienda sin vivir ahogado, pasar dificultades o, simplemente, no llegar a fin de mes. Un inmueble, ya sea en alquiler o en propiedad vía hipoteca, no debe suponer más del 30% de los ingresos de un hogar. Un porcentaje que, si se vive en pareja o se trata de una familia con varios sueldos, puede resultar factible. Pero, si se trata de familias monoparentales o personas que viven solas, alquilar o comprar en una gran ciudad y dedicar menos del 30% del sueldo se convierte en una tarea prácticamente imposible.
Ese 30% ya forma parte de la legislación española. La Ley de Vivienda que se aprobó el pasado mayo señala ese porcentaje como el esfuerzo adecuado a realizar para pagar una casa. No es un porcentaje aleatorio sino, prácticamente, un consenso internacional. De hecho, es el baremo que habitualmente pone la banca para, de entrada, valorar si se concede o no una hipoteca.
En concreto, la legislación que se aprobó en primavera, que por primera…