Me suelen preguntar estos días por si me extrañan los recientes rifirrafes a cuenta de las reformas legislativas del Gobierno. Como la verdad es que, en esta materia, para conseguir que algo me llame la atención tendría que llegar escoltado por un grupo de majorettes y dos unicornios, he de decirles que no. Es lo que tenemos los pesimistas: los desastres no nos sorprenden, todo lo más nos preguntamos cuánto tardará en llegar el próximo.
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