Nunca ya antes el presidente ruso, Vladímir Putin, había viajado a la región con la que ha justificado la mayor invasión desatada en Europa desde la II Guerra Mundial. Con su visita este domingo en la ciudad de Mariupol, el líder ha pisado Donbás por vez primera desde el instante en que sus paramilitares prendiesen fuego a aquel polvorín del este de Ucrania en 2014. Una visita fugaz en la que ha recorrido uno de los escenarios simbólicos de esta enorme tragedia. “Bonito y confortable”, fue su impresión al contemplar las obras de restauración de la sede de la Filarmónica, uno de los emblemas culturales de la ciudad ucrania y que Rusia quiere restaurar. Mariupol representa la victoria más estratégica y preciada de Putin en la actual guerra, a pesar de los miles de muertos y destrucción que su conquista dejó en el camino. “El carnicero, si verdaderamente es él, ha acudido al lugar de sus crímenes”, ha publicado Anton Gerashenko, consultor del Ministerio del Interior de Ucrania, en la red social Telegram.
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