Prefiere referirse a sí misma como narradora antes que escritora, puesto que rehúye del carácter intelectual que conlleva esta segunda acepción. Su tono es apacible, afirma que le acostumbran a echar la bronca por charlar bajo, mas su acento cordobés se comprende con perfecta claridad. En su semblante, hundido en la frondosidad de su cabello oscuro y rizado, relucen dos ojos castaños que observan con quietud y atención. Rosario Villajos (Córdoba, 1978) acaba de ganar el Premio Biblioteca Breve gracias a La educación física (Seix Barral) y luce como quien se hubiese quitado un peso de encima, transmitiendo una envidiable y auténtica calma.
«Ha sido súper liberador, me he quedado anchísima escribiéndolo», explica Villajos. Si bien aún está a la expectativa de de qué forma será recibido el libro, sobre todo en el caso del público masculino. «No lo escribí para vosotros -me confiesa- lo escribí para mí y pensando también en las chicas jóvenes. Sé que mis novelas anteriores han gustado asimismo a hombres, pero ¿a qué hombre le puede interesar los coágulos de esta chica».
La educación física es un acto de reconciliación, una tregua entre una adolescente y las batallas…