Luis Rubiales se atrinchera y no dimite. El presidente de la Real Federación De España de Futbol (RFEF) ha soltado el bombazo en la Asamblea Excepcional convocada a instancias suyas y, con su rotunda afirmación, (“No voy a dimitir”, repitió por 3 veces), ha dejado en mal lugar a la mayoría de los medios de comunicación, que esta mañana dábamos por sentado que iba a dejar su cargo. Lo significativo de este patinazo mediático colectivo es que fueron fuentes oficiales de la RFEF las que filtraron el día de ayer su decisión de irse. Esta forma de actuar retrata al personaje. O, cuando menos, una de sus facetas, la de trilero implacable, la de chulo sin paliativos.
He visto su intervención en la Reunión y me ha parecido lamentable. Aún no se ha dado cuenta de que él representa lo peor del fútbol. Todo lo justifica por el dinero, y ordena desde la tribuna, como un autócrata burdo y sin escrúpulos, los cargos y sueldos que va a repartir, entre otros muchos al entrenador de la selección femenina de fútbol.
Dice que el beso a Jenni Hermoso al acabar el partido frente a Inglaterra en…
