Tres meses son deficientes para hacer un pronóstico sobre la economía rusa, pero el primer tramo del año apenas ha dejado margen al Kremlin para el resto de dos mil veintitres si no hay un cambio de rumbo. El Ministerio de Finanzas ruso ha cifrado su desequilibrio presupuestario de enero a marzo en dos con cuatro billones de rublos, unos 27.000 millones de euros al desvalorizado cambio actual y algo más del 82 por cien de objetivo de déficit previsto para 2023, unos dos con nueve billones de rublos. Su costosa invasión de Ucrania y el caiga de los ingresos de los hidrocarburos por las sanciones explican un agujero cada vez más grande, el que Moscú espera subsanar con un nuevo sistema de impuestos a sus petroleras.
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