Irán lanzó un ilustrativo reclamo al Kremlin en los preliminares de la entrada en vigor del límite al costo del petróleo ruso decretado por el G-7 el pasado cinco de diciembre que ya hacía presagiar la táctica rusa para eludir el cerco occidental a sus exportaciones energéticas. La propuesta de la nación persa era una especie de acuerdo de entendimiento con el que deseaba robustecer los nudos geoestratégicos a dos bandas.
No fue una maniobra diplomática innovadora, más bien al contrario. Teherán nunca ha tenido reparos en ofrecer al presidente ruso, Vladimir Putin, su “habilidad y experiencia para eludir las sanciones”. Mas se envió en el instante conveniente, cuando Occidente ultimaba su imposición de topar en los 60 dólares estadounidenses el coste del barril de crudo ruso.
La reacción rusa en los un par de meses desde el control de costes de su petróleo semeja continuar las pautas iraníes al uso, a pesar de que la medida del G-siete ha mermado las arcas federales del Kremlin. Moscú dejó ya constancia el pasado verano, cuando se tejía la iniciativa del G-7, que no se…