En política se rectifica sin decirlo. Absolutamente nadie lo acepta abiertamente, pero la campaña de las elecciones autonómicas y municipales diseñada por La Moncloa con un mensaje en positivo para reivindicar su gestión y hacer anuncios de nuevas medidas ha resultado un claro descalabro. El voto del domingo demuestra que el PP movilizó considerablemente más a la derecha con su leimotiv “derogar el sanchismo” de lo que el Partido Socialista logró animar a los progresistas con su “vota lo que piensas”. Semeja bastante evidente que ahora, como sucede en una buena parte del planeta, movilizan más los sentimientos que la administración. Así que Pedro Sánchez ha dado un giro completo y en su primer gran acto de arranque de campaña para las generales, el alegato ante sus diputados, ha apuntado con claridad por dónde irá su mensaje en las próximas semanas con el que intentará darle la vuelta a la dura derrota del domingo. Una campaña al ataque, tratando de movilizar a los progresistas que en 2019 le hicieron ganar las elecciones con una idea muy clara: frenar a una derecha “trumpista”, a una “derecha extrema y extrema derecha”, el PP y Vox, que para él apenas se distinguen ya.
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