Pedro Sánchez no llegó investido presidente, como pretendía, al congreso del Partido Socialista Europeo, una fecha marcada en rojo en La Moncloa y en Ferraz, pero sí con la investidura ya en el bolsillo tras la firma el jueves del acuerdo con Junts, el pacto político más difícil de todos. La continuidad de un presidente socialista ha supuesto un alivio para la socialdemocracia europea tras la expansión de los gobiernos conservadores en alianzas que incluyen a la extrema derecha. La pérdida del poder en España, la cuarta economía de la zona euro y el cuarto país más poblado de la UE, habría sido una catástrofe para los socialistas europeos, que esta semana han sufrido un golpe imprevisto con la renuncia de António Costa. El primer ministro de Portugal, en el cargo desde 2015, será investigado por el Tribunal Supremo en el marco de un escándalo de corrupción, y su caída convierte a Sánchez en el primer ministro o presidente socialdemócrata —hay cinco en total, Alemania, Dinamarca y Rumanía, aparte de España y Portugal— con el mandato más longevo de Europa.
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