El desplome del PSOE y el triunfo del PP en las elecciones gallegas, la falta de acuerdo con Junts sobre la ley de Amnistía, ya con la fecha límite para el acuerdo del 7 de marzo, o la incertidumbre sobre los primeros presupuestos generales de la legislatura, podrían invitar a pensar que el presidente del Gobierno afronta una enorme presión o que ya ve su mandato acorralado. Pero nada más lejos de la realidad.
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