Llegó el instante decisivo de la campaña. El soldado Sánchez se internaba en la selva vietnamita con temor de verse las caras con el temido Vietcong, las “terminales mediáticas” de las que ha hablado en múltiples entrevistas. Ya había sufrido el intenso fuego cruzado de Carlos Alsina en Onda Cero y había salido de la emboscada como buenamente había podido. A la defensiva y sin sonar muy enérgico en las preguntas más frágiles. Era la noche de la entrevista en ‘El hormiguero’ con Pablo Motos en el papel de contrincante malévolo.
Noooo. No fue para tanto. Es más, fue a la inversa. Si entendemos estas entrevistas en periodo preelectoral como una especie de duelo, se puede decir que Pedro Sánchez se comió a Pablo Motocicletas en la noche del martes. Lo digirió con velocidad y al llegar a casa ya tenía apetito.
La victoria tampoco tiene que representar mucho. Las entrevistas a políticos en radio y televisión precisan de una experiencia muy concreta, que ni tan siquiera está al alcance de todos y cada uno de los cronistas, y de una preparación previa muy concienzuda para extraer de la hemeroteca todo cuanto pueda hacer daño o simplemente asombrar al invitado.
Motos no tiene esa experiencia pues su programa va de otra cosa, y eso es lo que le ha convertido en un caso de enorme éxito televisivo. Y está más tranquilo que a lo largo de la pandemia, cuando se lanzó a algunos alegatos exagerados, se burló del corte de pelo de Fernando Simón y no paró hasta el momento en que enfermó de Covid y afirmó a la gente que se resguardara. Por no charlar de cuando preguntó a Isabel Díaz Ayuso “¿te sentiste solísima” en una oración que recordó a los instantes más románticos…