El Foro de Davos es muy distinto de la arena política española. Pedro Sánchez lleva múltiples meses, desde que empezó en el mes de julio del año pasado un giro a la izquierda y anunció impuestos a las grandes energéticas y a la banca, reforzando el discurso político en el que se presenta como el defensor de los intereses de la clase media trabajadora mientras que el PP sería el que apoya los intereses de las grandes empresas. El presidente ha hablado muchas veces de los “poderes oscuros” que procuran hundir a la alianza progresista, en clara referencia a estas grandes empresas. Pero en Davos, Sánchez y los principales ejecutivos de estas grandes empresas han aparcado, cuando menos de momento, esa tensión que lleva meses sobrevolando la política de España y han mantenido un encuentro sosegado, sin reproches mutuos y sin hablar de impuestos, en el que se ha podido ver al jefe del Ejecutivo sentado a la vera de Ana Botín, presidente del Santander, a la que él llegó a criticar de manera expresa por su rechazo al nuevo impuesto a la banca.
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