Desde que me quité hace años del progresismo –tampoco es que fuese el joven Lenin, la verdad–, duermo a pierna suelta, escribo lo que quiero y sueño lo que me da la gana. De ahí mi ilusión, ilusión ilusionante, porque algún día Catalunya acoja un Hard Rock a lo Las Vegas del Mediterráneo aunque sea en miniatura y dos shows diarios de Lluís Llach con cena, copa de cava y mitin incluido.
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