Un año más, la Sala Dorada del Musikverein de Viena se adornaba de flores rosas, amarillas y naranjas para acoger el más renombrado de los conciertos de Año Nuevo que cada primero de enero celebra el futuro con valses y polcas de la dinastía Strauss. Esta vez, no obstante, el director escogido para subir al podio se sometía a un mayor escrutinio social y musical, puesto que no siendo una vaca sagrada de la dirección orquestal -solo se le conoce internacionalmente por su titularidad de la Orquesta de Cleveland- era protegido esta semana por la presidencia de la formación vienesa como la mejor alternativa.
in Actualidad