Comprendo que Sánchez se hartara. Tanto como me harto yo y supongo que una buena parte de ustedes. Eso le pasa a cualquiera que siga la política de los últimos tiempos, una desaforada pelea de gallos de la que nadie sale ileso, independientemente de quién se lleve la gloria vana del vencedor. Basta con pensar en esas “sesiones de control al Gobierno” donde lo último que se hace es controlar a nadie y cuya única utilidad es la de evidenciar que en España están desapareciendo los códigos morales compartidos. No porque las ideas resulten diferentes, sino porque ni siquiera hay ideas.
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