Con la recién estrenada primavera llegan los días más largos y las temperaturas un poco más cálidas, todo florece y parece que se juntan los factores perfectos para que nos sintamos más animados y con ganas de hacer cosas.
Sin embargo, a muchas personas la llegada de la nueva estación les supone justo todo lo contrario: cansancio, apatía o problemas para dormir. Esta situación, que engloba síntomas muy distintos, es lo que se conoce como astenia primaveral, que suele aparecer todos los años por estas datas.
Aunque no está considerada como una enfermedad ni entra en el Catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se define como una sensación pasajera y subjetiva de cansancio, tanto físico como mental, que no tiene una causa orgánica específica y que, por suerte, es pasajera y temporal.
Por qué aparece la astenia primaveral
Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la primavera agrupa factores como el cambio de horario, el aumento de la temperatura, cambios de presión atmosférica y humedad o alergia al polen, que fuerzan al organismo a tener que adaptarse a este nuevo horario y al aumento de las horas de luz.
El adelanto, el último fin de semana de marzo, de una hora en los relojes altera nuestros ritmos circadianos, que son los que se hacen cargo de producir cambios en la producción de endorfinas, serotonina, melatonina y otras substancias del sistema inquieto. Cuando el organismo es capaz de autorregularse, el cansancio va desapareciendo con los días.
La astenia primaveral, por tanto, no deja de ser el proceso de adaptación que tiene que hacer el organismo a los nuevos cambios, no solo de horario y…