“¿Si el president tendrá la última palabra Claro. Y la primera. De eso no hay la menor duda”. La política española ha entrado en una era de total incertidumbre tras el inesperado resultado de las elecciones del 23 de julio, mas hay cuando menos una certeza que expone rotundamente un miembro de Junts per Catalunya: todo pasa por las manos, ya no de un partido, sino de un hombre: Carles Puigdemont. En su capacitación lo aceptan sin rodeos. Y los líderes de los demás partidos que lo han sondeado estos días, a él de manera directa o por medio de su entorno, han tomado nota. Asilado en Bruselas, con una renovada orden de detención de la justicia española, considerado por la derecha como un enemigo público número uno y menospreciado durante la última campaña por Pedro Sánchez como una mera “anécdota”, la veleidosa aritmética electoral ha colocado en las exclusivas manos de Puigdemont la decisión sobre el futuro del país. El expresident y un reducidísimo círculo de confianza van a poder entregar a Sánchez un nuevo mandato —en una situación más complicada aún que la de los últimos 4 años— o apretar el botón de la que sería la tercera repetición electoral desde dos mil dieciseis.
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