Es una pequeña pieza de bronce, no más grande que una bola de billar. Un poliedro de 12 caras que, en cada vértice, luce un pequeño remate redondo, como una esfera. En cada uno de sus planos hay tallado un agujero, y cada uno de estos agujeros resulta de distinto tamaño. Suena misterioso, y lo es. De los llamados dodecaedros romanos, en verdad, ni siquiera se sabe si tienen su origen en la ciudad de Roma. Ninguna referencia escrita menciona a ellos, lo que complica muchísimo interpretar qué lugar ocuparon en la sociedad cuando estos fueron aleados.
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