La reciente noticia de que el gobierno de la comunidad de Castilla y León ha relajado los controles de tuberculosis bovina, una enfermedad propia de animales salvajes, pero asimismo del ganado bóvido familiar y que puede contagiar a personas, ha podido generar preocupación entre los usuarios sobre el riego del consumo de productos derivados de las vacas.
A este respecto, la gaceta del sector veterinario Animals Health revelaba en 2022 que España se encuentra entre los 3 países europeos más afectados por tuberculosis zoonótica en humanos.
Para ello se basaba en el Informe de Zoonosis relativo a 2020 que publica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el que se notifica de que “en España, en dos mil veinte, se notificaron treinta casos por Mycobacterium bovis, en frente de los 26 de dos mil diecinueve”. En suma en la Unión Europea hubo en ese año 88 casos notificados.
El informe explicaba asimismo que la COVID-diecinueve y el Brexit han tenido un impacto en la notificación de casos, puesto que la primera implicó un menor control de la enfermedad en la cabaña nacional. Lo segundo, tal como explica el informe europeo One Health sobre zoonosis en la UE, exoneró al Reino Unido de aplicar los controles propios de la UE que ahora se han relajado. Sin embargo, se siguen importando a la Unión productos procedentes de este país.
Con estos datos puede parecer alarmante la actitud del gobierno de la comunidad de Castilla y León, sobre todo cuando no tenemos una idea clara de la seguridad que ofrecen la carne o los derivados lácteos provenientes de animales inficionados.
La norma indica que los animales a los que se detecte la tuberculosis bovina deberán ser sacrificados, aunque deja la puerta abierta…