Quienes viven en Turquía tienen una sensibilidad especial a los temblores de tierra. Cada vez que se mueve el suelo o treme una puerta o ventana, por muy tenuemente que sea, por más que para algunos pueda ser un movimiento prácticamente imperceptible, los teléfonos empiezan a sonar y los conjuntos de WhatsApp se llenan de preguntas: “¿Lo habéis sentido? ¿Es un seísmo? ¿Estáis bien?”. Es un temor entendible dado que, quien más, quien menos en este país, ha vivido un seísmo de magnitud considerable.
Seguir leyendo