Pedro Sánchez siguió la noche electoral en la Moncloa en vez de hacerlo en la sede del Partido Socialista, en Ferraz. Tres quilómetros apartan los dos circuitos, pero el presidente del Gobierno entendió que la noche iba a ser larga, probablemente poco exitosa y que no podía quedarse quieto. No es de extrañar que, cuando doce horas después disolvió las Cortes y convocó elecciones, el giro de guion cogiera al mundo entero con el paso cambiado, asimismo a los suyos. Ni los ministros de su Gobierno sabían nada. En pleno subidón anímico de la derecha, tomó una resolución inopinada para movilizar a la izquierda: si tu no vas, ellos vuelven.
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