Un grupo de activistas antirracistas y anticoloniales han aprovechado la resaca de las calles de la capital española para auparse con una escalera y alcanzar la bayoneta del monumento al legionario, inaugurado por José Luis Martínez-Almeida en el mes de noviembre con alabanzas a Millán Astray. Una vez a la altura del soldado ejecutado por el escultor Salvador Amaya, con boceto del dibujante Augusto Ferrer-Dalmau, han insertado una réplica de la cabeza de Francisco Franco en la hoja del arma con la que el soldado de la legión carga contra el contrincante imaginario. El busto de silicona, con hendiduras para ser atravesado, ha sido realizado por el artista Eugenio Merino, que en febrero de 2012 presentó en ARCO una escultura del dictador metida en una nevera para recordar que el franquismo prosigue fresco en la sociedad española más de 4 décadas después de su muerte. La acción de un cuarto de hora ha terminado con la lectura de un manifiesto por parte de los colectivos denunciantes.
La data elegida para la intervención celebra el aniversario de la muerte de Millán Astray, a fin de que el primero de los días de enero se convierta en el día de los asesinados por el colonialismo español. Los activistas consideran esta representación “completamente idealizada” y la definen como “un instrumento de la propaganda en el paisaje común, en el espacio de todos que, acogiéndose a la tradición totalitaria se impone con violencia y sin consulta”. En el manifiesto al que ha tenido acceso este periódico dicen haber actuado en contra de lo que celebra este monumento, creado como un “instrumento colonial”. El militar realizado por Amaya y Ferrer-Dalmau es una referencia al año 1921 y a las tropas que asesinaron…