La vida no otorga prórrogas en la adolescencia. Cuando uno de ellos te pide diez minutos más de reposo, la respuesta del adulto siempre y en todo momento es no. Ser adolescente es un laberinto psicológico lleno de desproporciones y ansiedades. Lo fue en el pasado y lo es en el presente con lógicas diferencias. Siguen existiendo los inhibidos a quienes los desgraciados les hacen la vida imposible. Quizá por eso a los adolescentes, si no les encontramos puertas de salida, hemos de educarlos en el miedo. Por lo que les pueda suceder pues ahora, horriblemente, deben saltar obstáculos que sus padres, inadaptados tecnológicos, desconocen o, si conocen, creen que a sus hijas o hijos no les va a suceder.
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