A pesar de los eventos desfavorables de dos mil veintidos, hay indicadores que apuntan a que el año que empieza no va a ser el desastre que muchos pronosticaban tras la invasión rusa de Ucrania. La inflación empieza a ceder; la recesión, si se produce, promete ser suave; los costos del gas natural y del petróleo han empezado a caer, y hasta ahora los mercados financieros han encajado con relativo éxito la crisis de las criptomonedas y los cambios radicales en política monetaria.
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