La programación televisiva en Nochebuena es tan predecible que para escribir esta crónica podría haber copiado palabra por palabra cualquiera de las publicadas por este periódico en el último lustro y apenas habría tenido que cambiar algún nombre. Ni siquiera durante la pandemia las cadenas variaron su hoja de ruta más allá de incorporar una mascarilla aquí y una distancia social allá. La pasada noche se presentaba tan carente de estímulos que el contenido que despertaba más curiosidad era un discurso institucional.
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