Yolanda Díaz (Fene, A Coruña; 53 años) viene de un viaje muy difícil y en muy poco tiempo. De ser unánimemente considerada la esperanza blanca de toda la izquierda a un proceso de mucho desgaste personal y político en su ruptura con Podemos, que se consumó el pasado diciembre con el paso de la formación de Ione Belarra al Grupo Mixto, y en la articulación de Sumar, donde finalmente dimitió de su tarea orgánica al día siguiente del mal resultado de las elecciones europeas del 9 de junio. Las heridas siguen abiertas y ella insiste en que quiere centrarse en la vicepresidencia y el Ministerio de Trabajo.
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